dilluns, 21 de gener del 2013

EL COLOSAL DRAGÓN DEMONIZADO Y SU MADE IN

Sobre la competitividad mercantil china y sus enemigos

Tamer Sarkis Fernández
Asesor para Siria de DIARIO UNIDAD

       La denominada “producción barata” se ha convertido con rapidez en sobado tópico televisivo y mediático. Financieros, monopolios comerciales, la Patronal de las PYMES, periodistas de diverso tinte, ONGs, partidos políticos pequeño-burgueses en campaña de cosecha entre tenderos... Todos estos especímenes pretenden pontificar ante los proletarios sub-mileuristas, mostrándoles a quién les está éticamente permitido comprar o dónde no deberían entrar a hacer uso de su salario, si es que quieren comportarse como Well Educated Citizens europeos. Los intereses de clase y sus sermones hacen pasar nada menos que por “responsabilidad cívica” el comprar por 20 aquello que podemos (y necesitamos) comprar por 2.  

       El “honrado españolito” habría caído víctima de desleales competidores, fríos impagadores de impuestos, calculísticos reventadores de precios que pueden cometer el abuso gracias a una sádica orgía productiva previamente celebrada, al empleo de malos materiales y a la baja calidad de los procesos de trabajo. Una plaga de hormigas que mal-producen cutrerío..., y “así cualquiera”. Pero la realidad es, en cambio, que “de todo hay en la viña del Señor”, y “barato chino” no suele significar de mala calidad (o de peor calidad), tal y como demostraré más adelante recurriendo a un concepto marxista: productividad del trabajo.

       Los mensajes son nada inocentemente emitidos, llevando a prejuzgar los precios bajos como si estos fueran resultado -sin desdibujar la etiqueta “made in China, mal producto”- de esclavitud promovida por capitalistas fuera de control (el Oriental, el salvaje, el Peligro Amarillo, el no-demócrata, el incivilizado todavía, el chino rojo, el viet...). Pero la resolución al enigma de la baratura extraordinaria alcanzada por las exportaciones chinas, estriba más bien en la brutal emisión estatal de moneda y puesta en circulación de yuanes (políticas monetaristas, o devaluadoras). A esto hay que sumar la impresionante productividad del trabajo en China. 

diumenge, 13 de gener del 2013

El fascismo postmoderno: Cien partidos y política única

Extret de La Haine

"¿Dónde esta el fascismo?- se preguntaban los jóvenes en uno de sus carteles. En la reforma laboral, en el código penal, en las Empresas de Trabajo temporal, en la penalización de la insumisión, en la reforma de la Ley penitenciaria, en los Cuerpos Represivos (policía, sistema judicial...), en el paro estructural, en las reconversiones".

El fascismo no fue algo que paso a la historia con personajes tan negros como Hitler, Mussolini o Franco, como quieren hacer creer los ideólogos burgueses. No estamos en los años 30, si no en la era de la informática y de la "aldea global". El fascismo postmoderno ya no puede tener las mismas señas de identidad de entonces: el partido único fascista, el sindicato vertical, la militarización de la sociedad, la brutalidad indiscriminada, el oscurantismo religioso... Esas formas burdas se podrían calificar como la "etapa infantil del fascismo" y puede asegurarse que, a la postre, fueron un fracaso y un pésimo negocio porque generaron un impresionante movimiento antifascista y revolucionario. Las masas aprendieron a combatirle en aquellas condiciones y a hacerle retroceder, alcanzando importantes conquistas: baste recordar que tras la II Guerra mundial el campo socialista se extendió a un tercio del mundo y las luchas de liberación de los pueblos oprimidos por el imperialismo a todo el planeta.

La burguesía no es tonta y también aprendió la lección; así, aunque su régimen político actual tiene las mismas características explotadoras, represivas y contrarevolucionarias del viejo fascismo, sus formas ya son otras y se nos presentan bajo el manto de la "democracia". En tres se pueden resumir los rasgos que más lo identifican: